
Agradecemos a la Lic. Monica Bottini y a su equipo por el envio de material, contando la historia de este Taller.
Taller La Estampa- Su historia
El proyecto que encarna el Taller "La Estampa", que funciona desde el año 2000 en la Cárcel de Mujeres de Ezeiza, constituye una experiencia tan rica como excepcional
Su condición de excepción radica en gran medida en haber logrado inscribirse como espacio de expresión artística, es decir: un ámbito en donde es posible, no sólo el aprendizaje de un oficio, sino el despliegue de una gran subjetividad.
La cárcel se constituye así, por más herméticos que sean sus cerrojos, en un territorio de libertad, propio del dibujo o la poesía.
Alrededor de 100 mujeres participaron de esta experiencia que modificó sus vidas y muchas de ellas salieron en libertad con una herramienta nueva..
Más de 5 mil trabajos completos testimonian la fuerza de este taller, orientado con tesón y creatividad por los docentes y un equipo interdisciplinario.
La Estampa se inició como una experiencia empírica y formalizó su funcionamiento en el 2002 a través de la firma de un convenio marco entre los organismos participantes: el Ministerio de Justicia de la Nación y el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma.
En este tiempo el taller recicló oficios y técnicas del arte popular. Los conceptos de obra abarcaron combinaciones varias como la serigrafía con el relieve de la tarjetería española, el reciclado de papel de diario de la gráfica cotidiana y los xilocolages.
La producción actual se vuelca a la realización de obra colectiva: pintura individual y muralismo sumado a distintas categorías del arte conceptual como instalaciones, ambientaciones, diseño, libro de artista y fotografía.
Además del objetivo propuesto de integración social, el valor agregado del trabajo artístico y la calidad de sus obras le imprimieron al taller un giro cualitativo que lo colocó dentro del circuito de arte contemporáneo – a nivel nacional e internacional, participando hasta la fecha de 60 exposiciones con el reconocimiento de la crítica especializada el público y los medios.
El Centro Cultural Recoleta, el Museo Nacional del Grabado, Estudio Abierto,
Expotrastiendas, ArteBA y la Casa de la Cultura, entre otros espacios lo contaron
entre sus expositores. También formó parte del envío argentino a la Bienal de la Habana 2003.
No fue sencillo coordinar la compleja trama de relaciones institucionales que fue ajustando progresivamente sus objetivos a fin de articular el adentro y el afuera con proyecciones múltiples. Lo cierto es que esta cohesión, encontró sumadas a las internas, los docentes, el equipo interdisciplinario y a los funcionarios del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad, alrededor de una tarea pendiente. Y el resultado de esta construcción se plasmó en el crecimiento y desarrollo del Taller, con las internas como principales protagonistas.
Si pensábamos – desde ambos organismos- en la rehabilitación social y reinserción asistidas a través de la actividad artística, nuestras expectativas fueron superadas. Fuimos testigos de la templanza que lograron "las chicas" tanto en su comportamiento dentro de la cárcel como en el difícil momento de la externación.
Y hoy podemos afirmar, desde este Ministerio, que la apuesta a un trabajo artístico en instituciones cerradas, evita los costosos dispositivos implementados para controlar. Un singular panóptico? ¿El arte con su alquimia transformadora, como regulador silencioso de la subjetividad de las internas? Quizá......
El Arte, una necesidad:
Hacerle un LUGAR al mundo del arte en un espacio que no es propiamente el artístico, demanda re-preguntarse interiormente sobre los conceptos de arte, sujeto y contexto contemporáneo.
Sin una toma de posición respecto a estos tres puntos esenciales; todo aquello planificado se tornará superficial como experiencia, etiquetado para la población que lo realiza y puro brillo institucional evanescente para quien lo sostiene.
El arte contemporáneo se revela como "experiencia en el mundo", extendiéndose a ámbitos extra artísticos que debilitan la concepción de obra de arte como objeto "único y sagrado". Se trata de un hacer desregulado, con indistinción de géneros y categorías. El arte se deslimita.
El artista crea y expande: Los mass media, la reproductibilidad, los agenciamientos; nos hablan de un artista diverso e inquieto.
El rol del espectador de la obra toma tanto protagonismo que en la tríada Autor-Obra-Espectador, todos podemos participar dependiendo solo de alguna posición azarosa.
¿Cómo aplicar entonces un orden artístico para un taller dentro de un ámbito penitenciario?
El Taller dentro de la institución representa "un agujero" atípico. No a la manera de "nido contenedor", ni "burbuja ideal". Agujero en el sentido de CORTE o recorte de un sistema dentro de otro diferente.
El lenguaje visual definiría este lugar, como un movimiento de líneas orgánicas - curvas y contra curvas- que se levanta desde los bordes geométricos de aceradas líneas rectas.
Allí se pone en juego al individuo para que despliegue su práctica posible subjetiva, en ese límite de borde. Puesto que lo impredecible es lo propio de la existencia humana y su contingencia es lo que desarrollará nuevos modos de desplegar lo simbólico; no interesa tanto qué crea, sino que el CREAR, tenga lugar. Es en esta transgresión, en el trazo, en el gesto motor o la violenta vibración de un color; en esta liberación, dónde se gesta la misma condición del arte.
¿Cómo sostener, entonces, al individuo penalizado, haciendo de su práctica artística una herramienta favorecedoras de sus relaciones intersubjetivas?
Si pensamos en el sujeto contemporáneo como un ser inmerso en el hiperdesarrollo tecnológico, afectado por satisfacciones efímeras e individualizantes; haciendo temblar todo entramado que lo sujeta y cayendo a un espacio virtual de soledad ilimitada; una mirada general a lo cotidiano de la vida carcelaria, nos abre a una visión emparentada pero empobrecida por la presencia de un atado de reacciones predecibles y repetitivas. Homogeneización solo superable en aquellos pocos actos privados; que devuelvan identidad.
Sumamos, la ruptura de los lazos familiares, la privación de soportes afectivos y sociales y la aparición de frágiles vínculos relacionales de conveniencia.
El taller hace de camino de apertura para con lo sensible. Donde emerge lo artístico- fluctuante entre avances y retrocesos definidos por la variabilidad de los climas contextuales que determinan muchas veces posturas defensivas individuales difíciles de desestructurar- EMERGE LO IDENTITARIO.
El encuentro consigo mismas en el acto creador, es promesa en la mejora de sus relaciones vinculares. Subjetividad e intersubjetividad que las refuerce como individuo.
Esta afirmación hace que se abra la pregunta sobre las posibles marcas que podrían devenir de esta singular experiencia que es el arte intramuros.
Entonces la tarea en el taller será alentar a estos sujetos, como dice Sara Pain "...a pasar, partiendo de significaciones instituidas y de grafismos aprendidos, a la producción de lo inédito". Lo propio, lo individual.
El encierro no se siente simplemente en la restricción de bienes de consumo; sino especialmente en un estado de intemperie respecto a lo básico de una existencia social. Esta situación crea sensaciones de amenazas continuas; pero también posibles redes de cooperación y cuidado.
¿Cómo otorgar visibilidad al individuo expuesto en su mismo quehacer artístico dentro de un taller de arte en Penitenciaría?
No hay sujetos determinados sino posibilidades que solo se HABILITAN en determinadas circunstancias, operando para que lo potencial advenga.
En la medida en que alguna interna ponga "en riesgo" todo su dispositivo simbólico, nos encontraremos con una artista. Si pudiese manifestarse a través de algún nuevo proceso de significancia, abriremos paso a lo "personal", identitario para su contexto. Y si simplemente aportaran con su expresividad, iniciaremos la posibilidad para que algo ocurra, ese algo, tan diferente a lo previsible.
Pero siempre, el emergente será la mismísima necesidad.
Lic. Monica Bottini Directora artística-Docente y arteterapeuta del Taller La Estampa/Unidad.Nro.3-Carcel de Mujeres/ Ezeiza.