La Ciudad hoy vive hoy a un ritmo diferente, y lo digo sin temor a equivocarme, todos quedamos agotados, el partido de ayer entre Argentina-Suiza, fue intenso, no apto para cardiacos y todo lo que se pueda agregar, cada uno lo vivió de manera diferente, reunidos en sus trabajos frente a la pantalla, en sus hogares con la familia reunida, en bares, y respetando cábalas, que nunca vienen mal.
En mi caso decidí vivirlo de una forma especial, cuando el partido comenzó, apague la radio y el televisor, siempre atenta mientras hacia otras actividades a los ruidos de la calle, ya siendo las 13:15 horas, a la Ciudad la fue invadiendo un silencio, que a medida que pasaban los minutos se hacia mas profundo, así que prendí la televisión cuando mire el reloj y calcule que había terminado el primer tiempo, y la volví a apagar comenzado el segundo tiempo del partido.
Repetí la operación, y prendí televisor para ya ver que había llegado el tiempo de jugar el tiempo suplementario, no volaba una mosca, cada tanto recibía un mensaje por celular de algún amigo, diciéndome lo sufrido de la situación.
No se si volvería a repetir esta experiencia, ya que se suponía que lo hacia para no alterarme y al final estaba mas nerviosa que viendo el partido, pero escuchar una Ciudad en absoluto silencio, sin ningún vehículo que circulara, ya a esta altura del partido no se escuchaba el paso de colectivos, ni motos, ni ningún ruido producido por nadie, a la espera del grito de gol de todos los vecinos.
Finalmente al minuto 118, la Comuna 12 estallo en un grito generalizado, el tan esperado gol y corrí hacia la tele, lo vi y lo grite con todos mis vecinos, y se escuchaban bocinas, y en cuando termino el sufrido encuentro, la gente salió a la calle, a hacer sonar cuanto aparato hiciera ruido, descargando toda la angustia contenida durante los 118 interminables minutos.
Se viene dos días sin partidos, y escuche a alguien decir y ahora que hacemos, descansamos seria la respuesta, a esperar el sábado de todo un país absolutamente futbolero, donde se viven estos encuentros mundialistas, con una pasión contagiosa, donde muchos se pintaron, colgaron banderas, hicieron sonar vuvuzelas, y ya los comentarios de si jugamos bien o mal, no importan demasiado, Ganamos, seguimos ahí, estamos.