En el Museo de Arte Moderno de la Av. San Juan 350, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se exhibe en una de las salas del primer piso del Museo, la exposición de la artista Débora Pierpaoli, que permite recorrer una gran instalación, que incluye esculturas y objetos de producción reciente de la artista, la muestra podrá visitarse hasta el 24 de abril.
"En sus obras se evidencia cierto caos abismal, la voluntad deliberada de un hacer que desconoce de reglas. Hay bocetos –y ciertamente muchas anotaciones mentales- sobre el objeto, pintura o construcción a realizar. Dibujo o arcilla, no importa el medio, lo que se verifica y puede adivinarse es el arrojo en volcar algo que no se dirá con palabras pero que se encuentra latente, como en la intención de atrapar un momento y congelarlo, o más bien de dibujarle la cara a una espera electrizante", expresa la curadora invitada de la exposición, Patricia Rizzo.
Allí están las páginas de piedra, las máscaras y los animales de cerámica. Los diversos personajes y objetos de las instalaciones de la artista conforman un extraño universo con leyes propias. "Un ratón tiene la misma importancia en la historia que un humano, un pájaro o un libro, y de alguna manera se van potenciando mutuamente; una chica que se esconde como un ratón, un ratón que se disfraza de chancho, un perro que se disfraza de humano", indica Pierpaoli. La cosmogonía de seres y objetos, además, incorpora de alguna forma en su obra una espiritualidad pagana.
Tomando la producción de la artista en conjunto se observa que "las imágenes, evocadoras, tienden a desplazarse desde la escena formal hacia un tono que exalta las situaciones latentes, los efectos teatrales, el impacto estético y narrativo, y el factor ilusorio", señala Rizzo.
Son varios los materiales a los que suele recurrir la artista: la cerámica, el oro, el bronce, el óleo. Todos cargados de una rica tradición dentro de la historia del arte, pero que en el marco de su producción pierden sus connotaciones tradicionales y funcionan como contrapunto de cierta oscuridad de la imágenes que propone. La mayor parte de los trabajos de la presente exposición son cerámicas.
"La cerámica como práctica debe ser una de las artes más antiguas y más simples de la humanidad, en su máxima intimidad se podría resumir como barro y agua. El resto de mis materiales mantiene en cierta medida una austeridad similar, de todos modos soy consciente que el oro, el bronce y el óleo cargan con el peso de la historia, pero a la vez siento que en mis obras ese mismo peso se desvanece, y la monumentalidad del óleo o del bronce quedan marginadas a un segundo plano, desperdiciándose o escurriéndose en una cabeza o unos pelos, y el humor va ganando lugar sobre la oscuridad que podría desprenderse de mis imágenes", explica Pierpaoli.
Su obra pervierte sutilmente, perturba nuestras referencias habituales. Y los simbolismos con los que compone cada imagen constituyen una reafirmación de su condición de artista.