En la sala Juan L. Ortiz, de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se inaugura este miércoles 2 de julio, a las 19:00 horas la exposición Leídos, la muestra exhibe fotografías de libros intervenidos, que fueron marcados, subrayados, arañados, forrados, reencuadernados por 99 escritores, participara de la inauguración el autor del proyecto, Esteban Feune de Colombi y Horacio González.
Algunos de los autores que participan: Selva Almada, Rodolfo Alonso, Federico Andahazi, Osvaldo Baigorria, Sergio Bizzio, Ivonne Bordelois, Miguel Brascó, Leopoldo Brizuela, Abelardo Castillo, Sergio Chejfec, Luis Chitarroni, Marcelo Cohen, Edgardo Cozarinsky, Mariana Dimópulos, Jorge Dubatti, Mariana Enríquez, Carmen Iriondo, Tamara Kamenszain, Pablo Katchadjian, Martín Kohan, Federico León, Daniel Link, Mariano Llinás, Silvio Mattoni, Naty Menstrual, Sylvia Molloy, María Moreno, María Negroni, Alan Pauls, Lucía Puenzo, Beatriz Sarlo, Graciela Speranza, Luisa Valenzuela.
La exposición se podrá visitar hasta el 26 de agosto, de lunes a viernes de 9:00 a 21:00 Horas.
Los días sábados y domingos de 12:00 a 19:00 horas.
Esteban Feune de Colombi, "Hace unos años heredé las Obras completas de Oliverio Girondo con anotaciones hechas en lápiz por mi abuelo materno, a quien no conocí. La débil, mística, titilante grafía de Karol, moribundo en su cama, daba la impresión de que desaparecería a cada vuelta de página. Él, amigo del poeta, había escrito en los márgenes de algunas páginas cosas como ‛en cualquier momento nos encontramos allá arriba'.
Ante la posibilidad de que esas apostillas se perdieran, las fotografié por instinto.
Ése es el germen de Leídos, en el que registro lo que no deja marcas visibles ni corpóreas: la lectura. Por eso, para rescatar esos testimonios del olvido o del secreto de sumario del romance que protagonizan lector y libro, estante y biblioteca, elegí a escritores de toda calaña.
Los hay jóvenes y viejos, poetas y novelistas, consagrados y desconocidos...
Ellos abrieron la pesada puerta de una bóveda en la que encontré, literalmente, de todo. Escritores que subrayan en lápiz, en gruesos marcadores, en birome; escritores que señalan lo que les interesa con servilletas de bares; escritores que escriben cuentos, anécdotas o sueños en las orillas de poemas ajenos; escritores que apresan flores entre páginas amarillas; escritores que doblan los extremos de las hojas; escritores que corrigen; escritores criteriosos a la hora de marcar los libros que leen y escritores que los marcan a la bartola; escritores que usan los ejemplares más preciados de sus bibliotecas como agenda telefónica o posavasos; escritores que anotan sobre libros anotados; escritores que atesoran libros garabateados por otros escritores, escritores vanidosos u olvidadizos; escritores con ínfulas de artistas plásticos; escritores que marcan lo que leen dejándose guiar por el bamboleo del colectivo o ¡del taxi! Y, por último, los ilustres ausentes de Leídos: aquellos que, como César Aira, Leila Guerriero o Rodrigo Fresán, no intervienen de ninguna forma los libros que leen de tal modo que parece que jamás hubieran sido tocados.
Desde el punto de vista estético, las fotos que fui tomando se adaptaron a lo que ofreció cada autor y a los ‛accidentes' que provocó nuestro encuentro. Nos juntamos generalmente en sus casas –o en bares aledaños, o en oficinas– y dejé que las fotografías se impusieran a su ritmo, sin forzarlas. Por eso, las imágenes difieren mucho entre sí y fueron trazando un mapa tan cómico y fetichista como obsesivo o extraño.