Martes 5 Noviembre 2024

Como en la mayoría de los temas la educación tiene un papel fundamental, así como se tardó un tiempo en entender sobre levantar las heces de los perros y sobre otros temas que hacen al bienestar colectivo, con difusión, campañas, concientización, se aprende, mantener una ciudad limpia es responsabilidad de todos, es simplemente hacerse cargo de los propios desechos y si alguien fuma, al apagar la colilla del cigarrillo, debe entender que le pertenece y tirarla donde corresponde, la Ciudad comenzó la concientización sobre la correcta disposición de las colillas de cigarrillo.
La Secretaría de Ambiente de la Ciudad junto a Organizaciones de la Sociedad, miembros del Consejo Consultivo de Ambiente y Desarrollo Sostenible (EcoHouse, Océano 0km, Amigos de la Patagonia, Agenda Ambiental, USAL Consciente y Seamos Bosques) organizaron una actividad con voluntarios para concientizar sobre la correcta disposición de las colillas de cigarrillos comenzó el viernes en el Obelisco porteño, se instalaron 48 colilleros en el Metrobús de la 9 de Julio mientras que los voluntarios conversaron con los vecinos sobre la importancia de su adecuada disposición, además, un equipo de trabajo recorrió las veredas levantando las colillas usadas, en 2017, la ONG EcoHouse realizó una limpieza en el centro porteño y recolectó 10.000 restos de cigarrillos.
Recientemente, la Legislatura porteña aprobó un proyecto que prohíbe arrojar colillas y filtros de cigarrillos en el espacio público aplicando severas multas a quienes lo hagan. Esta iniciativa está impulsada por EcoHouse, una ONG que participa en forma activa del Consejo Consultivo de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Secretaria de Ambiente porteña. El objetivo del Consejo es promover la colaboración y cooperación institucional, intersectorial e interjurisdiccional para el desarrollo y promoción de políticas públicas ambientales.
Las colillas son el residuo más común que se puede hallar en el suelo debido a las malas prácticas de los fumadores. Al fumar, las colillas absorben los químicos y metales pesados presentes en el tabaco; una vez descartadas, durante el proceso de degradación, liberan lixiviados que contaminan el ambiente. Al ser un residuo de pequeña dimensión y muy liviano frecuentemente no es arrojado a los tachos de basura y terminan en veredas, calles y sumideros, que luego escurren por las bocas de tormenta más cercanas y terminan en el Riachuelo o el Río de la Plata.