Domingo 24 Noviembre 2024

En el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, dependiente de la Dirección General de Museos, Av. Infanta Isabel 555, frente al puente del Rosedal de Palermo, hasta el 22 de noviembre, puede visitarse la muestra El bosque encendido, de la artista argentina Olga Autunno, de martes a viernes de 12:00 a 20:00 y sábados, domingos y feriados de 10:00 a 20:00 horas.

Sobre la muestra
Olga Autunno es una artista multidisciplinaria e inquieta que actualmente agudiza la mirada como referente de su época, tomando como eje la fotografía y el video. Mediante esas disciplinas reflexiona sobre varios temas: la naturaleza alterada por efectos de la contaminación, la problemática del ser humano, protagonista de la escena cotidiana, que se debate cada día por emerger, por recomenzar, como índice de lo imposible en el entorno social que le toca vivir. El bosque encendido es un claro ejemplo de esta faceta de la artista. Autunno Interviene el espacio y se corre de la escena: en sus fotografías vemos su huella. Su labor es profundamente poética y está sustentada por  un ojo entrenado en treinta años como grabadora y pintora. Las disciplinas están todas ahí, y la nutren en la tarea de poner en imágenes las causas que la conmueven. Hay algo curador en su práctica: el renacer que ella dibuja ofrece una esperanza.

Ivana Siccolo, integrante del equipo de Investigación y Archivo del Museo Sívori, apunta que Autunno, "en su trabajo de desvelar contenidos opta en este caso por el testimonio de instantáneas fotográficas medioambientales y del land art. A través de ellas busca mejorar la compresión de las causas, consecuencias y soluciones de nuestro accionar sobre el planeta que nos contiene. En la serie exhibida podemos advertir tres momentos paradigmáticos: el antes, el durante y el después de un hecho acaecido a principios de 2015, en la provincia de Chubut. En el primero el incendio arrasa todo, dejando a su paso imágenes envueltas en una trágica belleza. La autora genera composiciones estilísticas de construcciones austeras, cargadas de simbolismo. En esta serie los  rojos sobre profundos negros intensifican el calor del fuego. Posteriormente una paleta de grises, posicionan al espectador en el momento del entretiempo, en el cual el todo el entorno natural se detiene en un instante de silencio catastrófico, curioso de futuros cambios.

De esta manera Autunno nos invita a la observación y contemplación como etapa de aprendizaje, la búsqueda de una memoria y una identidad que empieza a gestarse a partir de despojos de un entorno que antes no existía. Se reconocen troncos ennegrecidos, yerba quemada fondos de ceniza infinita de un paisaje que alguna vez fue y ya no es reconocible. Por último, en el después vemos la mano humana del la artista, que guía y orienta la fuerza vital que puja y trata abrirse camino. La simbología utilizada corresponde a un patrimonio personal: cruces y lápidas que dan cuenta de las pérdidas. Sueros fisiológicos sanadores que nutren la nueva vida que quiere renacer y textiles de fuertes verdes que golpean la retina del espectador y se vuelven esperanza".

El génesis de esta exposición es el incendio intencional acaecido en 2015 en el valle del Lago de Cholila y en el Parque Nacional Los Alerces, Chubut, que dio como resultado el siniestro forestal más grande de la historia, arrasando 40 mil hectáreas de vegetación nativa durante un mes: cipreses, maitenes, notros, alerces, coihues y cañas, algunos centenarios. Enterada del hecho, la artista viaja hacia la zona afectada y logra que un baqueano la lleve hasta el centro del desastre."Es ahí donde Olga Autunno cree en su magia, en el poder sanador del arte, al menos para los espíritus. (...) Camina por las cenizas. Deja rosas en la tumba de maderas y ramas. Planta cruces", relata la crítica especializada en arte María Paula Zacharías, y añade: "Entonces, intenta con su mano reanimar los troncos. Quiere inyectar vida al carbón. Envuelve con tules verdes las ramas que quedaron desamparadas. Las abriga. Arma nidos. Sobre las raíces ennegrecidas desparrama su anhelo de verdor. Sobre el monte, nubes. 'El árbol de la memoria, que no olvida su sombra', dice Autunno y planta coníferas en los deseos. Pone vida donde ya no la hay, porque es optimista: confía en la capacidad de resistencia de la naturaleza... en el misterio de la supervivencia".