Con los primeros días de diciembre, los porteños se preparan para disfrutar de uno de los espectáculos naturales más bonitos de la Ciudad, el florecimiento de las tipas y la caída acompasada de sus flores amarillas. Como estrellas fugaces, millones de flores titilan brevemente entre las hojas de la tipuana tipu y se dejan caer para resplandecer sobre las calles, las plazas y los parques.
"La floración de las tipas es espectacular, se puede apreciar en los árboles y en los senderos amarillos que crecen debajo de ellos. Los vecinos más chicos se maravillan con las flores que encuentran a su paso, y los más grandes no se cansan de apreciar su belleza", expresó Facundo Carrillo, secretario Atención Ciudadana y Gestión Comunal, organismo a cargo del arbolado porteño. "Fenómenos naturales como este ayudan a reforzar el vínculo que los porteños forjamos desde chicos con el paisaje que nos rodea y la identidad de nuestros barrios", agregó.
Las flores de la tipa son de un color amarillo fuerte con tintes anaranjados y brotan en grupos. Su floración dura unas tres semanas y es breve en comparación con la de otros árboles como, por ejemplo, la del jacarandá que dura unas cuatro semanas. Pero su característica distintiva es su caída incesante.
Estas flores se mantienen poco tiempo sobre las ramas y, sin distinción del momento de formación en el que se encuentren, ya sean pimpollos o estén plenamente abiertas, se precipitan impulsadas por el viento hacia el suelo. Allí, forman alfombras amarillas alrededor de las raíces, sobre el verde de los parques o el gris de las veredas.
La tipuana tipu es la séptima especie más frecuente del arbolado urbano porteño. Cuenta con 14847 ejemplares, de los cuales 9330 pueblan las veredas y 5517 los espacios verdes de la Ciudad. Según reflejan los datos de los censos realizados por la Dirección de Arbolado, la tasa de crecimiento de la tipa durante los últimos 10 años en los parques y las plazas es de un 36%.
La otra lluvia de las tipas
De la tipuana tipu no solamente caen flores. Los mitos urbanos hablan también de lo que denominan "el llanto de las tipas". Esa especie de rocío sentimental al que aluden, unas gotas azucaradas que pueden sentirse sobre el rostro al pararse debajo de las tipas durante noviembre, tiene poco de poético.
Después de haber quedado desnudas las ramas de la tipa en octubre, los brotes comienzan a abrirse paso y noviembre recibe sus primeras hojas. Junto a estas, comienzan a formarse cúmulos de espuma que al adquirir peso son atraídos por la gravedad y se precipitan como gotas sobre los transeúntes, los vehículos y las calles de la Ciudad.
Estas gotas, pegajosas al tacto y de sabor azucarado, son en realidad las excreciones de un insecto. La "chicharra de la espuma" o cephisus siccifolius, una pequeña chinche, que se alimenta de la savia del árbol. "Lo que cae no es otra cosa que la excreta de la chicharrita de la espuma. En su estado juvenil o ninfal, pica con su aparato bucal las hojas de la tipa y succiona la savia. Esta pasa por su tracto digestivo y lo que no es consumido es excretado. Al hacerlo, se mezcla con el aire y se forma una especie de burbuja que protege al insecto durante su desarrollo. Las burbujas parecen copos de espuma en las ramas. Una vez que adquieren determinado tamaño, caen en forma de gotas", explicó Jorge Fiorentino.
La Ciudad se viste de amarillo
- Detalles
- Escrito por En el Diario
- Categoría: Sociales