Jueves 24 Abril 2025

El Museo Larreta tiene el privilegio de presentar en el año del Bicentenario, y como parte de los festejos que hemos preparado en conmemoración de los doscientos años de la Revolución de Mayo, esta exposición a la que hemos llamado “Antonia Mercé, la Argentina. Alma y vanguardia de la danza española”.

La muestra se extenderá entre el 22 de mayo y el 11 de julio de 2010.

A Antonia Mercé (Buenos Aires, 1890 - Bayona, 1936) le pertenece el mérito inicial de haber ubicado a la danza española en su sitio de prestigio internacional.

Su deseo de renovar la antigua escuela, fue enriquecido con los aportes del flamenco y de las fuentes regionales, creando así una nueva forma de danza que confirmó su lugar dentro de las vanguardias artísticas y culturales de las primeras décadas del siglo XX. Antonia Mercé nació en Buenos Aires el 4 de septiembre de 1890. Hija de un matrimonio de bailarines españoles que pertenecían al elenco del Teatro Real de Madrid, adoptó como nombre artístico el del país que la vio nacer: Argentina.

Tenía sólo dos años cuando sus padres decidieron regresar a España, sin embargo Antonia jamás olvidaría a su ciudad natal.

Las castañuelas se convirtieron en su sello personal y fue tan maravilloso lo que sus manos hicieron con este instrumento, que muy pronto fue llamada “La reina de las castañuelas”. Antonia recuerda su primera reacción ante ese pequeño instrumento: “Cuando era pequeña, con apenas cinco años, oía constantemente las castañuelas en casa de mis padres, cuando daban clases de danza. Ese sonido antimusical me irritaba hasta el punto de que me escondía en el lugar más alejado de la casa para escapar a su eco.

Ahí practiqué con mis dedos infantiles con un par de castañuelas que mi padre me había regalado. Inconscientemente (ya que, a esa edad, uno no razona), me forzaba a sacar sonidos de aquel instrumento, sonidos que no hirieran mis oídos como los otros.

Así fueron mis principios en el arte que ahora practico, y puedo decir sinceramente que el gusto que tengo por mis castañuelas proviene de mis disgustos por las ajenas…” En su búsqueda por encontrar el alma y el carácter de su pueblo, la Argentina exploró cada una de las regiones de su país tratando de llegar a la esencia de cómo los pobladores del lugar vivían y expresaban el sentir de sus danzas. Al igual que Federico García Lorca, Manuel de Falla y tantos artistas de vanguardia que habían indagado en la música popular, Antonia Mercé fue una etnógrafa que buscó en las costumbres y tradiciones de su pueblo.

El momento culminante de su trayectoria se produce en 1925, cuando la Argentina recupera El amor Brujo, obra creada por Falla en 1915.

Con esta interpretación logró el triunfo que la coronó en su carrera y marcó una fecha definitiva para la coreografía española.

En junio de 1935, Antonia incorpora a su repertorio la Suite Argentina compuesta por tres danzas del norte argentino: La Condición, el Bailecito y la Zamba.

Presentadas por primera vez en la Opera de París, obtiene un rotundo éxito que luego será repetido en su recorrido por el mundo. Ese mismo año, como homenaje y corolario del amor que sentía por su patria de nacimiento, las presentó al público argentino en el escenario del Teatro Colón.

Estas danzas le dieron la oportunidad de identificarse con nuestro folklore. Las bailó con gracia, espontaneidad y carácter. De esta manera Antonia Mercé nacida argentina, de sangre española, llevó por los escenarios del mundo los bailes de su tierra y se convirtió en símbolo de la hermandad de los dos países.